Esta mañana escuché un sonido extraño en mi móvil: acababa
de recibir un SMS. Era publicidad,
sí, porque los únicos que se resisten a abandonar el envío de los mensajes tradicionales
son las compañías para avisar de sus últimas promociones. Pero leyendo el SMS
me enteré de que hoy se celebraba el Día
Mundial de Internet. Internet… Esa gran herramienta que ha transformado
nuestras vidas hasta el punto de que muchos no sabríamos cómo vivir sin ella.
Será porque el día acompaña, pero a mí me ha dado por ponerme
nostálgico y echar la vista atrás en
el tiempo. ¿Cómo fue mi primera vez
con internet en lo que a videojuegos se refiere? Recuerdo que era un 14 de septiembre y no sé de qué manera
me vi en casa con una flamante DreamCast
en mis manos. Con la ayuda de mi padre tuvimos que poner mi casa patas arriba
para conectarla, pero al final lo conseguimos e inmediatamente se mostró ante
mis ojos: la gran red.
El ChuChu Rocket!
fue el encargado de estrenar mi nueva consola. El título del Sonic Team no se caracterizaba por sus
grandes gráficos ni por su adictiva historia, sino por ser el primero en
permitirnos jugar online. La tantas
veces nombrada globalización había
llegado a los videojuegos.
Esto nos abrió un mundo de posibilidades. El número de
jugadores se amplió hasta prácticamente el infinito.
Y eso significó que podías medir fuerza con quien quisieras, estuviera en
tu pueblo o en la otra parte del globo terráqueo. Aunque eso nos hizo percatarnos
de la realidad y demostrarnos que no éramos los mejores de Street Fighter. ¿O acaso alguien no se ha visto humillado en un
combate por un ‘japo’ que ni
siquiera nos dejó lanzar una patada?
Pero no todo fue negativo. Con el paso del tiempo
conseguimos pasar la tarde enganchados al FIFA
sin necesidad de hacer una quedada con los amigos en casa de alguien. A partir
de ese momento sólo haría falta concretar una hora y ponerse a jugar sin
necesidad de movernos del sofá (y sin que la despensa se viera arrasada por un
grupo de adolescentes hambrientos. De nada, mamá). Y qué decir de las demos, que ya no hace falta conseguir
en los kioscos junto con las revistas; de los contenidos descargables, esos que (por un módico precio) nos
permiten disfrutar durante más horas de nuestros personajes favoritos; o de las
innumerables aplicaciones que convierten nuestra consola en un centro multimedia.
Resumiendo, internet ha supuesto un gran cambio a la hora de
consumir videojuegos. Sólo hay que pensar en la forma que teníamos de jugar
hace una década. Y seguramente la rueda no pare aquí porque las consolas de próxima generación parece
que apostarán mayoritariamente por los contenidos digitales para ir dejando el
mercado físico poco a poco en un segundo plano. Seguro que habrá quien piense eso
de ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’, pero yo no puedo esperar a conocer lo
que internet nos deparará en el futuro. ¿En qué se convertirá nuestra consola?
¿Qué posibilidades se crearán a la hora de jugar?
¡Que viva interneeeeeeeeeeeeeeet!
**Publicado en AlfaBetaJuega el 17-05-13**
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