El punto de encuentro de estos jóvenes es el botellón, una de las formas más socorridas por ellos para pasar los fines de semana. Allí es donde desconectan de sus problemas y disfrutan con sus amigos mientras se toman un buen cubata. En algunos casos esta ingesta de alcohol tiene lugar a grandes escalas y es aquí cuando esa forma de pasarlo bien se convierte en un problema.
Para mí no hay cosa más triste que alguien que diga que para divertirse una noche necesita coger “ese puntillo” que le da el alcohol. Eso, por mucho que la gente lo niegue, es dependencia del alcohol, de una droga, y como tal tenemos que considerarlo una enfermedad y dar una solución adecuada. Considero intolerable que alguien no pueda disfrutar únicamente con la compañía de sus amigos y de una buena tertulia sobre cualquier tema y que necesite de un “añadido” en forma de alcohol para pasar una buena noche.
De todas formas afortunadamente no todos los jóvenes son así. Hay una pequeña minoría, muy pocos a mi parecer, que no disfrutan con lo mismo que el resto. No les hace falta ni una gota de alcohol para pasárselo bien. Esta “extraña especie” son los llamados “sanos”, que también son los que luego hacen “de madres” de los que se pasan con el alcohol acompañándoles y ayudándoles hasta que se ponen bien y pueden volver a casa. Son este tipo de jóvenes, los llamados sanos, los que esgrimen el argumento más razonable por el que no dependen del alcohol para disfrutar de la noche: no necesitan de él para hacer “el loco” como el que más, declararse a algún chico o a alguna chica, etc. Son ellos los que en mi opinión viven la noche con plenitud, ya que no comenten ningún tipo de exceso perjudicial para la salud y, además de despertarse “como una rosa” al día siguiente, son los únicos que realmente son conscientes de todo lo que pasa a su alrededor en todo momento. “Su mundo” no está influenciado por los efectos de la borrachera.
No es fácil ser uno de estos sanos de los que hablo. Muchas veces tienen que luchar contra ese rechazo al que están expuestos por parte de los demás amigos del grupo. Les hacen ver que son menos que los que beben por el mero hecho de no compartir esa afición, pero esto es tan falso como un billete de dos euros. Los sanos tienen que ser más listos que los demás y no dejarse avasallar.
Antes de terminar me gustaría proponer un “plan B” para todos aquellos sanos que se lo quieran pasar en grande siendo además partícipes del botellón de sus amigos. Es lo que yo he denominado “bio-botellón”. Si no te gusta ni tener la boca seca durante toda la noche ni te gusta beber alcohol puedes participar del botellón de una forma distinta. En vez de comprar bebidas alcohólicas compra tu refresco preferido en cantidades grandes, así mientras tus amigos disfrutan de su ron o de su calimocho tú disfrutarás de tu biofrutas o de tu Coca-Cola. ¡Y todos tan felices!
En fin, no sé vosotros lo que haréis, pero mientras llega el fin de semana yo ya voy a ir preparando las ganas de juerga y mi “kit de bio-botellón”.
PD: Ojo, que con toda esta columna no estoy diciendo que yo esté en contra de las personas a las que les guste tomarse algo cuando salen, ni mucho menos, es más, me parece muy correcto y respetable. Simplemente digo que de eso a “pillarse ciegos monumentales” hay un buen trecho. Espero que nadie se haya sentido ofendido por estas líneas.
Para mí no hay cosa más triste que alguien que diga que para divertirse una noche necesita coger “ese puntillo” que le da el alcohol. Eso, por mucho que la gente lo niegue, es dependencia del alcohol, de una droga, y como tal tenemos que considerarlo una enfermedad y dar una solución adecuada. Considero intolerable que alguien no pueda disfrutar únicamente con la compañía de sus amigos y de una buena tertulia sobre cualquier tema y que necesite de un “añadido” en forma de alcohol para pasar una buena noche.
De todas formas afortunadamente no todos los jóvenes son así. Hay una pequeña minoría, muy pocos a mi parecer, que no disfrutan con lo mismo que el resto. No les hace falta ni una gota de alcohol para pasárselo bien. Esta “extraña especie” son los llamados “sanos”, que también son los que luego hacen “de madres” de los que se pasan con el alcohol acompañándoles y ayudándoles hasta que se ponen bien y pueden volver a casa. Son este tipo de jóvenes, los llamados sanos, los que esgrimen el argumento más razonable por el que no dependen del alcohol para disfrutar de la noche: no necesitan de él para hacer “el loco” como el que más, declararse a algún chico o a alguna chica, etc. Son ellos los que en mi opinión viven la noche con plenitud, ya que no comenten ningún tipo de exceso perjudicial para la salud y, además de despertarse “como una rosa” al día siguiente, son los únicos que realmente son conscientes de todo lo que pasa a su alrededor en todo momento. “Su mundo” no está influenciado por los efectos de la borrachera.
No es fácil ser uno de estos sanos de los que hablo. Muchas veces tienen que luchar contra ese rechazo al que están expuestos por parte de los demás amigos del grupo. Les hacen ver que son menos que los que beben por el mero hecho de no compartir esa afición, pero esto es tan falso como un billete de dos euros. Los sanos tienen que ser más listos que los demás y no dejarse avasallar.
Antes de terminar me gustaría proponer un “plan B” para todos aquellos sanos que se lo quieran pasar en grande siendo además partícipes del botellón de sus amigos. Es lo que yo he denominado “bio-botellón”. Si no te gusta ni tener la boca seca durante toda la noche ni te gusta beber alcohol puedes participar del botellón de una forma distinta. En vez de comprar bebidas alcohólicas compra tu refresco preferido en cantidades grandes, así mientras tus amigos disfrutan de su ron o de su calimocho tú disfrutarás de tu biofrutas o de tu Coca-Cola. ¡Y todos tan felices!
En fin, no sé vosotros lo que haréis, pero mientras llega el fin de semana yo ya voy a ir preparando las ganas de juerga y mi “kit de bio-botellón”.
PD: Ojo, que con toda esta columna no estoy diciendo que yo esté en contra de las personas a las que les guste tomarse algo cuando salen, ni mucho menos, es más, me parece muy correcto y respetable. Simplemente digo que de eso a “pillarse ciegos monumentales” hay un buen trecho. Espero que nadie se haya sentido ofendido por estas líneas.
"Publicado en El Periódico Común de La Mancha en el extra de Feria '07 de julio de 2007"
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