‘Propiedad de nadie’, nuevo disco de Rosa con un título bastante significativo, ¿no?
En principio el título no tenía un doble sentido, pero a lo largo de la promoción me lo voy a acabar creyendo. Me encuentro en un momento muy independiente de mi carrera en el que decido yo. Aunque visto desde fuera puede parecer un poco contradictorio porque las canciones son de un compositor (José Luis Perales), las letras son muy maduras, me he cambiado el ‘look’...
¿Has encontrado ya el estilo musical en el que te sientes más cómoda?
La verdad es que no me gustaría encasillarme en ningún estilo. Lo único que busco es que haya armonía en lo que hago. Por ejemplo, cuando cantamos ‘Cumpleaños feliz’ cada uno lo hace de una forma, como lo siente, y ahí no existen estilos. Cada uno lo entona como le sale de dentro.
“Es el mejor disco de mi carrera porque soy yo misma”. Son declaraciones tuyas. ¿Se debe a la variedad de estilos que has tocado en ‘Propiedad de nadie’?
Más bien lo atribuyo a la llegada de un padre musical como José Luis Perales, que me ha aportado esa madurez que necesitaba desde hace tantos años. Este disco no tiene nada que ver con ninguno de los anteriores: hay música bailable, dance, jazz, pop-rock, R&B… Ha sido muy especial para mí, por eso espero que la gente disfrute del disco tanto como.
¿Te queda algún campo musical por experimentar?
Sí, me llama la atención la música latina. Además de paso podríamos bailar un poquito, ¿no? Soy de las que aprovecha las oportunidades que me da la vida para experimentar.
Todo con tal de no encasillarte...
Eso espero. Es que no se puede comer chocolate todos los días o ponerte la misma ropa siempre. Al final te acabas aburriendo. La música está para disfrutarla. Es un placer, no una obligación, aunque se convierta en trabajo (entrevistas, fotos, chats, cuidarte al máximo…). ¿Yo por qué voy a ser infeliz en algo tan bonito como este mundo? A mí me gusta mucho aprender, evolucionar, y no ponerme límites. No lo quiero hacer porque no voy a ser feliz. Lo único que quiero es disfrutar de esta profesión tan bonita que tengo.
Has hablado antes de José Luis Perales como un “padre musical”. Qué gustazo trabajar con él, ¿no?
Es padre musical y un padrazo como persona. Ha sido una experiencia muy rica porque he aprendido mucho hablando con él. No esperaba que la vida me fuera a sorprender con algo así. Tener delante de mí a un hombre como él, con una carrera tan larga, explicándome cada una de las canciones que ha compuesto para mí fue una responsabilidad muy grandísima. Pero esos nervios y esa responsabilidad han sido imprescindibles para que nazca este disco.
Después de tantas semanas de promoción, supongo que tendrás ganas de empezar con los conciertos.
¡Ay, si la gente supiera las ganas que tenemos los cantantes de subirnos a los escenarios! Porque en directo es donde realmente puedes hacer lo que te dé la gana. Allí eres tú la que eliges la energía, la intimidad, y la fuerza que le quieras dar a tus canciones. Los conciertos son como una droga para mí. En esos momentos no hay más que la música, la gente y tú. Ahí es cuando realmente llega nuestra magia. Es una sensación muy morbosa que sólo se puede experimentar en ese lugar. Como decía Julio Iglesias, “es hacer el amor con el público”. Y me siento muy privilegiada por poder sentir todo esto.
¿Y cuando llegará el momento de subirse a los escenarios?
En marzo. Ahora estoy en plena promoción y a la vez estoy preparando una gira de invierno y otra de verano. Para la primera estamos seleccionando un repertorio curioso. Mezclar canciones de ‘Propiedad de nadie’ y ‘Promesas’ con anteriores trabajos es complicado, pero está siendo muy divertido. Y para verano estamos buscando un repertorio distinto porque quiero que la gente se lo pase bien y vea algo diferente en mis conciertos.
El que te vea ahora puede pensar que la Rosa de hoy es muy distinta de aquella chica tímida que entró en Operación Triunfo con apenas veinte añitos.
Ni mucho menos. Yo sigo siendo la misma persona, pero con el tiempo he aprendido a limar aquellas cosas que me hacían sentir incómoda. Mi físico ha cambiado, pero mantengo la misma filosofía de vida. Ahora vivo entre dos mundos. Compaginar ambos es agotador y muy divertido porque tengo la suerte de disfrutar de una vida profesional y de otra más casera. Intento sacar lo mejor de cada una y aprender de mis vivencias para mejorar como artista y como persona.
Operación Triunfo te dio la oportunidad de ir a Eurovisión. ¿Cómo recuerdas aquellos días?
Me infunde mucho respeto hablar de este tema porque yo lo viví en un momento muy especial y lo compartí con un país entero. Lo recuerdo con muchos nervios y con mucho apoyo de los compañeros que vivieron esta experiencia conmigo.
Si te dieran la ocasión de volver, ¿repetirías?
No creo. Fue tan bonito aquel momento que prefiero quedarme con los buenos recuerdos que guardo. Si repitiera ya no sería lo mismo. Igual que si entrase de nuevo en Operación Triunfo. No es que no quiera volver, pero prefiero quedarme con la naturalidad de cómo pasó todo. No quiero trastocarlo. Ambas experiencias se quedarán en mi corazón para siempre.
Vivimos una época no demasiado buena para el mundo de la música. ¿Cómo ves la situación?
La cosa está complicadilla. Quizás el principal problema es que no sabemos por dónde van los tiros. Ahora llega cualquiera y se baja las canciones de internet. Ya no sabemos cuál es el comercio real de nuestra música. En estos días, el artista vive más del directo que de sus discos. A este paso se va a cumplir el dicho “tienes más hambre que un músico”.
Y para terminar la entrevista, un deseo. ¿Qué le pides al año 10?
¡Se me hace rarísimo poner 2010! Es un número redondo y espero que todo el mundo tenga salud, que a nadie le falte para comer y que desaparezca la crisis ya. Son tiempos difíciles para todos. Pero hay que afrontarlos con una sonrisa y p’alante. Ser feliz con lo poco que tengamos y aprender a disfrutar de los pequeños detalles de la vida: de la familia, de los amigos…
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