Para la edición de este año del “festival de la canción” Eurovisión Televisión Española propuso una nueva alternativa para elegir a nuestro candidato. A través de MySpace.com todo el que quiso pudo presentar su candidatura para ser el representante de TVE (que no de España) en el festival de Eurovisión que se celebrará en Belgrado allá por el mes de mayo. Con esto la cadena estatal pretendía relanzar el tan devaluado certamen haciendo más partícipe al público en el proceso de selección. Pero les ha salido el tiro por la culata. O eso parece porque el ganador de las votaciones ha sido Rodolfo Chikilicuatre, un “cantante” muy alejado de lo que se esperaban los directivos de la cadena. Además, su victoria no ha sido fruto de la casualidad: ha arrasado a sus rivales doblando en votos al segundo clasificado. ¿Irá finalmente Chikilicuatre a Eurovisión? El pueblo ha demostrado con sus votos que lo quiere allí, pero la última palabra la tiene TVE.
Para ponernos en situación diremos que el susodicho Rodolfo Chikilicuatre es un producto salido de la factoría Buenafuente. Uno de esos frikis que pasan por el plató del programa cada noche y al que los guionistas del late-night consideraron idóneo para representar a España en Eurovisión. “Para hacer el ridículo con cantantes serios, mejor ir directamente a hacerlo con un friki”, debieron pensar. Y así fue como este peculiar personaje, interpretado por el actor David Fernández, se presentó al proceso de votación con “El baile del chiki-chiki”, una canción muy pegadiza con una letra tan cómica como su guitarra de juguete.
El público decidió que él era el que mejor podía representarnos en Eurovisión. Pero no para ganar, sino para divertirnos porque recordemos que el festival últimamente se parece más a una cadena de favores políticos entre los países balcánicos que a un concurso musical. A nosotros no nos votan ni nuestros vecinos, así que poco tenemos que hacer.
Eurovisión está muerto como “festival de la canción” tal como hemos ido observando en las últimas ediciones. En la actualidad se premia más a la originalidad y a la puesta en escena que a la canción en sí. ¿Y qué mejor que llamar la atención que enviando a un candidato que se aleje del prototipo de cantante habitual? Eso también han debido pensar en Irlanda, ya que presentará a un títere muy famoso allí, el pavo Dustin. Otra “frikada” que añadir a la lista.
Lo dicho, que lo mejor será ir al festival a reírnos y con Rodolfo Chikilicuatre las carcajadas están aseguradas. Ganar no ganaremos, pero por lo menos nos evitaremos ridículos tan bochornosos como el que hicieron Las Ketchup o D’Nash en ediciones anteriores. Más que cantar, “dieron el cante” sobre el escenario.
Volviendo a Eurovisión 2008, el próximo 8 de marzo conoceremos definitivamente quién nos representa en Belgrado. “El baile del chiki-chiki” participará junto con los cuatro mejores clasificados en las votaciones y otros cinco elegidos por los expertos en una gala. El ganador tendrá el “privilegio” de pasear el nombre de España por Serbia allá por el mes de mayo.
Seguramente no tengamos la oportunidad de ver a Chikilicuatre “cantando” en Belgrado porque a TVE no le ha sentado nada bien la elección del público. Prueba de ello es que durante las votaciones, programas como “Corazón, corazón” hicieron resúmenes de los distintos candidatos y, curiosamente, en ninguno aparecía el “chiki-chiki”, a pesar de ir liderando la clasificación. ¿Celos porque la candidatura proviene de Buenafuente y, más concretamente, de la Sexta?
Ya veremos si Televisión Española, votaciones aparte, tiene el valor necesario para enviar a Rodolfo Chikilicuatre a Eurovisión. A su favor cuenta con la tremenda expectación que ha levantado la canción, que seguramente se traducirá en una audiencia similar a cuando la triunfita Rosa “de España” nos representó con su “Europe’s living a celebration”. Pero queda el recelo de que es un tema ideado por una televisión de la competencia para reírse del festival.
El público ya ha demostrado que quiere a un friki en Eurovisión. Veremos qué ocurre finalmente el próximo 8 de marzo. Mientras tanto, “un bloody mary, por favor”.