29 de junio de 2008. Estadio Ernst Happel de Viena (Austria). A las 20:45 horas el colegiado Roberto Rosetti dio el pitido inicial de la final de la Eurocopa 2008 entre las selecciones de Alemania y España. Los primeros luchaban por sumar su cuarto entorchado. Los nuestros, por su segunda corona continental. Pero la batalla iba más allá. La Roja jugaba por olvidarse de una vez por todas de los fantasmas que la situaban como ‘aspirante a todo, campeona de nada’. Y lo hacía con su mejor arma: con un fútbol tan bonito como efectivo que enamoraba al mundo entero.A las 21:18 horas se paró el corazón de los 45 millones de españoles. Marcos Senna le cedió la pelota a Xavi en el centro del campo. Éste levanto la mirada, intuyó el desmarque de Torres y le puso el balón al hueco. El Niño demostró ser el más listo de la clase haciendo esto:
El histórico gol de Fernando Torres nos dejó a todos en una nube. A todos menos a los jugadores de la Selección, que siguieron a lo suyo, controlando el juego hasta el pitido final. Una vez lo escuchamos pudimos gritar a los cuatro vientos: ¡SOMOS CAMPEONES DE EUROPA!
El histórico gol de Fernando Torres nos dejó a todos en una nube. A todos menos a los jugadores de la Selección, que siguieron a lo suyo, controlando el juego hasta el pitido final. Una vez lo escuchamos pudimos gritar a los cuatro vientos: ¡SOMOS CAMPEONES DE EUROPA!

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